Aquí nos encontramos de nuevo, obnubilados lectores, dando paso a otra historia protagonizada por Selene, con la cual esta mujer nos dejará en claro que la vida le ha enseñado a reaccionar implacablemente a casi cualquier eventualidad que se presente en su día a día.
Selene, ya la conocemos, es irreverencia, atrabancadez y un poco de impunidad, pero si a todo esto le agregamos la presencia del Padre (su marido), la anécdota toma tintes verdaderamente surrealistas (recordemos los Fuetazos al Padre en este mismo blog).
Esta historia ocurrió ya hace muchos años en nuestra querida Ciudad de México, concretamente en la colonia Ex-hipódromo de Peralvillo, época en la que, según palabras de nuestra protagonista “-estaban asaltando mucho”.
Esto por supuesto no pasaba desapercibido para Selene y el Padre quienes venían de visitar a María-dado un paseo-ir al cine-ir al hotel, la verdad no lo sabemos con exactitud, pero el caso es que en aquella zona de la ciudad tomaron un taxi de cuatro puertas que los regresara a su casa, un taxi que bien pudo verse así:

En el ambiente flotaba cierta tensión por aquello de los asaltos y Selene, inmediatamente después de abordar la unidad y haciendo gala de un agudísimo sentido de la intuición, lo notó y por eso se percató de que mientras avanzaban el chofer los observaba de un modo por demás extraño por el retrovisor, como tramando algo, por lo que discretamente se lo hizo saber al Padre. Éste con el buen juicio que siempre lo ha caracterizado confirmó las sospechas de su vieja pues efectivamente a él también le pareció que el conductor los miraba raro.

Fue entonces cuando el nerviosismo se apoderó de nuestra pareja quienes susurraban entre ellos: “-¿ya viste cómo nos ve?” “-¡ay! ¿qué vamos a hacer?” “-¿y si nos asalta?” “-tú tranquila, ahorita vemos que hacemos”.
Mientras el auto seguía en marcha, la inquietud se hizo evidente de parte del taxista también, pues no dejaba de mirar por el retrovisor a cada momento, volteando, calculando cada movimiento de aquellos dos ¿esperando atacar?, tal vez.
La situación llegó a un estado límite de angustia en el cual, Selene y el Padre ya solo aguardaban el momento de ser atacados por ese despiadado operador de vehículo de alquiler, cuando mediante señas decidieron que no se iban a quedar sentaditos esperándolo ¡no!, ellos iban a actuar antes que él.
Chilangos de toda la vida, sabían que en esta H. Ciudad no se puede avanzar mas de 1Km sin que te toque una luz roja, así que aguantaron al siguiente semáforo rojo que les tocó y cuando el taxi se detuvo por completo rápidamente el Padre abrió la puerta trasera y al grito de “-¡bájate!” él y Selene descendieron del auto ¡dispuestos a escapar!. Pero su sorpresa fue mayúscula cuando vieron como exactamente al mismo tiempo que ellos se bajaban de la unidad, el chofer ¡hizo exactamente lo mismo!, es decir, abrió su puerta y también se salió.
Un taxi vacío a media avenida y dos weyes y una vieja mirándose mutuamente con cara de perplejidad merecían una explicación, por lo que Selene le preguntó al operador: “¡¿qué?!”, y éste le respondió: “-¡¿qué?!, y Selene dijo: “-¡creímos que nos iba a robar!”, y el taxista dijo: “-¡pues yo creí que ustedes me iban a robar!”, y Selene: “-¡ay señor cómo cree! ja-ja-ja”
Y luego de esa alucinante explicación y de haber aflojado los nervios riéndose de su múltiple paranoia, los tres individuos de esta historia volvieron a abordar la unidad continuando con su camino. Se rumora que hasta nuestros días la amistad con el taxista sigue y que incluso el Padre y Selene lo hicieron compadre, bueno, esto es solo un rumor pero lo que sí es comprobable (gracias a esta historia) es qué tan chacales se veían juntos estos dos como para que un taxista, cuyos rumbos habituales sean colonias peligrosas como la Ex-hipódromo de Peralvillo, se baje apanicado de su unidad temiendo por su vida. Y digo, cualquiera que haya visto ebrio al Padre sabrá que sí tiene pinta súper-mala-vibra, pero en esta anécdota al parecer ¡se encontraba sobrio!.

Bueno, con todo esto creo que lo mejor que se puede hacer ahora es incluir a este par en la categoría de esposos delincuentes y ya de paso hacer una ligera revisión a las parejas criminales más famosas de la historia, aunque ésas sí muchos más astutas. Ahí les dejo unas pics.
Hasta pronto.
-Tt.




